Hace ya algunos años el concepto de inteligencia emocional irrumpió con fuerza en el mundo del crecimiento personal y de su mano en todas las áreas de desarrollo, como es también el área laboral o profesional, el mundo de las empresas. Si hasta entonces el acento había recaído con fuerza en lo que se llamaba cociente intelectual como el mejor predictor del óptimo rendimiento intelectual y, por tanto, del éxito y rendimiento profesionales, la evidencia arrojaba una y otra vez datos que ponían esto en cuestión. Parecía que eso que llamábamos “inteligencia” era un constructo bastante más complejo que lo que hasta entonces se creía.
De la mano de Peter Saloyev y John Mayer irrumpió una nueva forma de concebir la inteligencia a la que denominaron “inteligencia emocional”. Ambos autores definían así el nuevo concepto:
“Inteligencia emocional es la capacidad de percibir los sentimientos y emociones de uno mismo y de los demás, y utilizar esta información para guiar nuestro pensamiento y nuestras acciones”.
Más tarde, Daniel Goleman, que popularizó el término, comenta lo siguiente:
“La inteligencia emocional es una capacidad que no es innata, aunque algunos tengan una predisposición a ella, sino que puede ser entrenada deliberadamente a través de algunas prácticas”.
De forma práctica, Goleman incluye cinco capacidades que estructuran la inteligencia emocional:
Si nos fijamos en estas cinco cualidades, las tres primeras hacen referencia a una inteligencia intrapersonal, muy relacionada con la actitud que nos lleva a escucharnos y conocernos interiormente, y las dos últimas tienen que ver con la inteligencia interpersonal relacionada con las actitudes hacia los demás.
Cultivar estos dos aspectos abre importantes perspectivas de cara al mundo laboral:
“La felicidad es un profundo sentimiento de florecimiento que deriva de una mente saludable, no una sensación meramente agradable, una emoción fugaz, sino un estado óptimo del ser”
Matthieu Ricard
Optimízate
Si hay un resumen de una sola palabra de todo lo presentado, es OPTIMIZAR. El objetivo de desarrollar la inteligencia emocional es ayudarte a optimizarte y funcionar a un nivel aún más alto del que ya eres capaz. Repercutirá notablemente en tu desarrollo profesional de forma directa. Hará de ti una persona más feliz y está demostrado que quienes son más felices también trabajan mejor. Incluso si ya te destacas en lo que haces, agudizar y profundizar tus competencias emocionales puede darle una ventaja adicional.
MINDFULNESS Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL, SE ENTRETEJEN
Entrenar nuestra inteligencia emocional comienza por entrenar nuestra atención. La práctica del Mindfulness es una valiosa herramienta, que nos enseña a prestar atención al momento presente, a reconocer nuestros sentimientos y emociones y a gestionarlos, especialmente cuando nos enfrentamos a situaciones altamente estresantes.
Una capacidad de atención penetrante, estable y perceptiva nos proporciona la calma y serenidadque son los cimientos sobre los que se desarrolla la inteligencia emocional. La conciencia que tenemos de nosotros mismos depende de la capacidad de vernos con objetividad, sin presión ni culpa, sin juicio ni descalificación, examinando nuestras ideas y emociones sin identificarnos con ellas, sin ser secuestrados o arrastrados por los vaivenes mentales. Y este es el primer paso de la inteligencia emocional: empezar por uno mismo… Y cuando la aplicamos en otros para mejorar las relaciones o resolver ciertas cuestiones, necesitamos de la flexibilidad de respuesta que surge de la pausa interna, de la calma y serenidad, que previenen la reacción inconsciente y automática. Mindfulness e Inteligencia Emocional se entretejen.