Hay ciertas actitudes que se revelan de forma importantes en el trabajo de la atención que realizamos a través del Mindfulness.
Siguiendo los pasos de Jon Kabat-Zinn, podemos hablar de 7 actitudes fundamentales en las que Mindfulness no sólo interviene transformándonos, sino que nos entrena en ellas, llegando a convertirlas en rasgos profundos de nuestro carácter, más allá de ser solo actitudes personales.
Sólo cuando elegimos y permitimos que el presente sea el que es, podemos adaptarnos a él.
1.- Aceptación
Se trata de aceptar las cosas tal y como son, “lo que es”, “lo que hay”, acoger nuestra experiencia vital en este momento sin intentar cambiarla. Podemos desear que en el futuro las cosas sean diferentes pero en este momento las aceptamos tal cual son. A partir de ahí, con calma y sin resistencias, ganamos en capacidad para discernir qué podemos cambiar. Desde la aceptación canalizamos la energía que utilizamos en la inútil resistencia, en influir en el cambio.
2.- Soltar
Nuestro afán de supervivencia nos lleva a aferrarnos a cosas, personas, emociones y situaciones, que en cierto modo suponen para nosotros una tabla de salvación. Una casa, un plato lleno, un hijo, una relación, un puesto de trabajo, etc.
Muchos de los conflictos que vivimos surgen del miedo a perder alguno de estos atributos que nuestro ego lucha por preservar. Intentar que las cosas o situaciones a las que les concedemos la virtud de hacernos felices permanezcan con nosotros, es lo que nos hace mayormente infelices, desgastandonos, perdiendo la atención en lo que es realmente importante.
3.- No juzgar
Casi todas las grandes cosas en esta vida comienzan por un acto de fe. A menudo nuestra falta de confianza en nosotros mismos y en la vida nos aboca a querer asegurar, por todos los medios, lo que queremos iniciar.
Confiar en los demás pasa por confiar en nosotros mismos. Confiar en nosotros mismos pasa por conocernos a través de la autoescucha que nos proporciona la práctica del mindfulness. Se trata de confiar en nosotros mismos, en nuestras capacidades, en la sabiduría interna que cada uno poseemos, en el maestro interior que surge cuando nos escuchamos, cuando atendemos a nuestra intuición y fluimos con ella.
4.- Confianza
Nuestra mente es una máquina incansable de generar pensamientos. Los juicios, que casi de forma automática hacemos cada vez que nos ponemos delante de una realidad; la desvirtúa y la sesga, sumergiéndonos en patrones de comportamientos condicionados y repetitivos que a menudo nos encasillan inconscientemente.
La práctica de la Atención Plena nos ayuda a observar la realidad sin juzgarla, sin tomar partido por lo que hay y sin identificarnos con ella. Desde esta actitud de no juicio somos más capaces de acercarnos con ecuanimidad y apertura a la realidad tal cual es. Permitiéndonos discernir con mayor claridad y hacer elecciones más conscientes y más adaptadas a nuestras verdaderas necesidades.
5.- Curiosidad
En el contexto del mindfulness le llamamos también mente de principiante. Consiste en acercarnos a la realidad sin juicios previos, como si fuésemos niños. Experimentar el momento presente como si fuese la primera vez, con curiosidad y sin expectativas o recuerdos que interfieran en nuestra experiencia vital del momento.
Vivir con mente de principiante implica en muchos casos “desaprender” para que nuestro “saber” no haga más suposiciones de la cuenta y nos guíe por los caminos que ya conocemos, privándonos de la oportunidad de investigar y descubrir nuevos aspectos de la experiencia vital del momento.
6.- Paciencia
La paciencia consiste en no querer acelerar el ritmo natural de los acontecimientos. Todo tiene un ciclo vital que debemos respetar y del que podemos aprender cuando sostenemos la actitud correcta.
Paciencia no es la habilidad de esperar, sino la habilidad de mantener una buena actitud mientras esperas, sobre todo cuando las cosas se ponen difíciles. Requiere calma interior y cierto grado de compasión y benevolencia hacia uno mismo y la experiencia en sí.
7.- Amor o compasión
En el mindfulness es importante que la observación esté impregnada de amabilidad. Cuando soy capaz de, a través de la autoobservación amable, reconocer mi humanidad y quererme, soy capaz de verla en el otro y quererle.
Compasión y mindfulness están íntimamente ligados. Compasión entendida como amor incondicional hacia nosotros mismos y hacia el otro.
Podemos afirmar que Mindfulness es a la vez una escuela de actitudes y, a la vez, una actitud en sí mismo. Sea que lo vivamos con una visión inmediata como que lo comprendamos con una mirada más a largo plazo, la transformación de nuestro carácter y la construcción de una nueva actitud vital son hechos reales.