"No trates de expulsar los pensamientos. Dales espacio, obsérvalos y déjalos ir".
Jon Kabat-Zinn
El autor de esta frase, es conocido por introducir el mindfulness en Occidente, y hoy te propusiste aplicar su consejo.
Imagínate en una reunión de trabajo, rodeado de colegas y pantallas llenas de datos. Las discusiones se suceden rápidamente y tu mente empieza a divagar. Pensamientos sobre plazos, correos pendientes y la reunión que viene después comienzan a apoderarse de ti. Sientes una opresión en el pecho, el estrés acumulándose.
Ahora, cierra los ojos por un momento. Respira profundamente. Estás en la misma sala de reuniones, pero esta vez decides probar algo diferente.
Sientes una respiración profunda llenar tus pulmones y, con la exhalación, permites que tu cuerpo se relaje. Los pensamientos que antes parecían tan apremiantes, ahora simplemente flotan en tu mente como nubes pasajeras.
No intentas deshacerte de ellos. En su lugar, los observas desde una distancia, casi como si fueran parte de una película que estás viendo.
Tus colegas continúan hablando, pero tú te sientes más presente, más en control. Tu mente empieza a clarearse. Poco a poco, vuelves a la conversación con una nueva perspectiva. No sólo estás escuchando, estás realmente prestando atención, sin la distracción de esos pensamientos que solían abrumarte.
Cuando la reunión termina, te das cuenta de que te sientes más calmado y enfocado. Te maravillas de cómo un simple cambio en tu enfoque mental puede tener un impacto tan grande en tu bienestar y en tu desempeño laboral.
Ese día decides llevar la práctica de mindfulness un paso más allá. Durante tus descansos, en lugar de revisar el móvil o preocuparte por la próxima tarea, encuentras un lugar tranquilo en la oficina. Cierra los ojos y simplemente respiras. Dejas que los pensamientos vayan y vengan, como si estuvieras observando el tráfico desde la acera.
Con el tiempo, esta práctica se convierte en un hábito. Tus compañeros empiezan a notar un cambio en ti. Te ven más calmado, más centrado y, curiosamente, más creativo. Descubres que, al dar espacio a tus pensamientos en lugar de luchar contra ellos, tu mente se vuelve un terreno fértil para nuevas ideas.
La cultura de mindfulness comienza a expandirse en la oficina. Otros también se sienten inspirados a probarlo. Pequeños grupos se forman para practicar juntos, compartiendo sus experiencias y apoyándose mutuamente.
El impacto de esta práctica es profundo. No sólo en cómo te sientes, sino también en cómo interactúas con los demás. Las conversaciones se vuelven más significativas, los conflictos se manejan con más empatía, y la colaboración fluye de manera más natural.
Al final del día, te das cuenta de que el mindfulness no es sólo una herramienta para el trabajo; es una manera de vivir. Una forma de estar presente, de enfrentar los desafíos con claridad y de encontrar un equilibrio en un mundo a menudo caótico.
Y en ese proceso, descubres una nueva forma de ser, tanto en el trabajo como en la vida
Y así, con cada pensamiento que observas y dejas ir, te acercas un poco más a esa sensación de paz interior y plenitud que parecía tan esquiva antes. No tratas de expulsar los pensamientos; les das espacio, los observas y los dejas ir. Y en ese proceso, descubres una nueva forma de ser, tanto en el trabajo como en la vida.